lunes, 17 de noviembre de 2008

AUNQUE NACIERA MIL VECES


Estás en la corteza,
del árbol que un día marqué;
conmemorando con tu nombre,
el amor que te entregué;
estás en las pupilas,
de este niño que se fue.
Estás en los cristales,
que hace tiempo abandoné;
que me sirvieron para observar,
tu amanecer,
estás en los rincones,
donde un beso te robé.
Estás en las esquinas,
donde yo siempre jugué;
a juegos prohibidos,
recorriéndote la piel;
estás en la luz del día,
que muere al anochecer.
Y aunque naciera mil veces,
contigo siempre estaría;
aunque muriera mil veces,
por ti resucitaría.
Estás en las laderas de mi cuerpo,
en cada corriente de mi sangre;
que recorre cada vena,
golpeando tu existir,
estás en cada arruga de mi mente;
en cada pliegue de mi vida,
que desdoblo con encanto;
para ver si estas ahí.
Estás en cada nota,
que susurro con mi voz;
deshojando el pentagrama,
que interpreta tu pudor,
estás en esas horas;
que caminan en el reloj.
Estás en el tictac,
que me despierta el corazón;
que se levanta con ojeras,
antes que despunte el sol;
pues pasa toda la noche,
inundándote de amor.
Estás en la solapa,
que soporta este clavel;
que se marchita poco a poco,
perfumando tu querer;
estás en cada poro,
inundándome la piel.



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